Autor: Mag. Nicolás Raffo Menoni 02/2024
Es un hecho que desde hace tiempo cada vez que hacemos un análisis sobre el Turismo apelamos a
cuantificar y enumerar resultados. Es una práctica que se viene repitiendo desde siempre a pesar de que
se sabe que no es la ideal pero que resulta tentadora y por eso se hace igual.
Se sabe de sobra que no se puede basar un análisis de éxito solo en los grandes números, pero igual
caemos en la tentación o en la intención de hacerlo porque obviamente siempre es mejor tener más que
menos. El problema es el precio a pagar por esa realidad.
Esta realidad nos lleva a varias falacias o engaños que los sabemos, pero que igual nos tapamos los ojos y
los hacemos.
Un claro ejemplo de ello son los indicadores estadísticos comúnmente usados. Generalmente nos dicen
que cuanto más grandesson los números, mayor el éxito de la gestión etc etc; y nos quedamos ahí porque:
¿para que “rascar” más? si podemos encontrarnos con una realidad que nos duele y que nos cuesta asumir
y sobre todo intervenir.
El Turismo se mide desde siempre en la cantidad de turistas arribados, en el gasto que realizan y en las
mayores o menores intenciones de viaje hacia adelante. Cuanto más grandes mejor!!!.
Esa realidad amparada en que hay cada vez más posibilidades de viajar, a mejores precios y cada vez a
más lugares, son una realidad.
Todos sabemos de las oportunidades de desarrollo que brinda el Turismo, que son realmente genuinas y
positivas si se las gestiona bien. Pero también sabemos de los impactos negativos y el precio a pagar por
esa realidad.
NO se puede llevar siempre los números al alza, porque las cifras tienen un techo o un tope que puede
ser natural o generado. No es viable en la práctica proyectar siempre números al alza porque a diferencia
de la teoría, donde podemos simular hasta el infinito, la realidad nos habla de números y cifras finitas.
También porque los impactos pueden llegar a ser tan perjudiciales que incluso minimicen los éxitos que
se puedan alcanzar.
Hay casos donde las mejoras y avances que se puedan lograr llevan en la práctica a que los resultados
finales no sean los mejores, o incluso pueden ser peores a la situación previa inicial. Esto es debido al
aumento desmedido de la demanda y explotación generada por el avance referido en principio.
Varios ejemplos concretos para el Turismo:
- Se logran disminuir los boletos o tickets de viaje hacia una zona X, que al final viaja tanta gente
que los impactos negativos y la saturación en lo ambiental y lo social sobre el lugar son mayores
que los beneficios económicos que se terminan logrando. SI, hablamos de que se verá afectada
la Sostenibilidad y su necesario equilibrio. - La aviación adoptará combustibles verdes o más ecológicos. Sabemos también que habrá un
aumento de los posibles viajes con miras al año 2030 y los impactos serán aún más abrumadores
y nocivos en materia ambiental. Aquí el combustible ecológico sería una manera de minimizar
todo el daño que se viene provocando y que se provocará dadas las proyecciones mencionadas. - La industria de cruceros se mata por vendernos una realidad teórica e idílicamente sostenible
pero en la práctica sabemos de sobra que es otra falacia. El famoso gas natural licuado (GNL) con
que se mueven las nuevas naves es terriblemente nocivo para el medio ambiente y el costo de
poder conectarse en los puertos se lo trasladan a los propios puertos y no lo asumen las
compañías que harán usufructo de esa realidad. - Una playa atiborrada y repleta de gente, que no tiene nada de sostenible y en lo personal no me
resulta para nada agradable, es la realidad que abunda hoy en muchos lugares. - Inversiones en infraestructuras de soporte para la actividad. Como en muchos casos provienen de
fuentes de financiación y/o grupos inversores extranjeros que terminan llevándose lo producido
a lugar de origen de la inversión, no quedando en el lugar “explotado”. Hay estimados que nos
hablan de que en muchos casos más del 60% de esos capitales dejan el destino en el cual
realmente se han generado.
Se sabe de sobra que el Turismo genera impactos negativos sobre los destinos en los cuales se
desarrolla la actividad, pero hacemos caso omiso a ese detalle y muchos destinos igual siguen
apostando a la cantidad sobre la calidad. A lo cuantitativo sobre lo cualitativo.
Este detalle no es menor porque apuntar a la calidad es mucho más difícil desde el punto de vista de
la gestión. Ello implica planificar mejor, mejorar las infraestructuras, generar capacitaciones
adecuadas sobre quienes quieran brindar los productos y servicios a ofrecer, que se necesite articular
y gestionar adecuadamente entre los grupos de interés, que se accesibilice toda la oferta y mucho
más.
Tuvimos una oportunidad de oro con la pandemia que nos “revolcó” a todos por igual. En la teoría
se pregonaba por un posible cambio de paradigma que en los hechos nunca llegó. La realidad nos
muestra que por omisión en muchos casos, por necesidad en muchos otros o por simple decisión se
optó por más de lo mismo.
Si no podemos hacer una introspección y análisis crítico sobre lo que hacemos, lo que queremos, lo
que debemos y lo que realmente podemos hacer, seguiremos teniendo lo de hoy y bajo el eslogan de
“más por más” traducido en más Turismo con más daños al medio ambiente.
En ese panorama la sostenibilidad seguirá siendo una falacia y una linda utopía para mañana…el
problema es que no podemos permitirnos esa realidad.
Cuando arranca un año nuevo, se multiplican los pronósticos sobre lo que se viene y lo que pasará
con el Turismo y en lo personal y lo digo con mucho respeto, creo que no hace falta ser un gran gurú
para poder definir varios de los aspectos por los cuales pasará la actividad.
¿Lo intentamos? - Grandes y más avances de la Inteligencia artificial para apoyar y desarrollar la actividad en todas
sus facetas. Si hacemos un claro mapeo del viajero, veremos que los avances se centrarán en
mejorar las experiencias tanto para quienes las requieren, como para aquellos que las ofrezcan.
Eso implica comunicaciones, medios de pago, comodidad en sus alojamientos, facilitar esas
experiencias, realidad aumentada, transportes y mucho más. Todas eventualidades que implican
estudiar y analizar los puntos de contacto entre viajeros, operadores y destinos para poder
resolverlos en forma eficiente. - Se seguirá apostando a la denominada generación silver o, en “criollo”, a las personas mayores
de 50 que son los que tienen más plata y disponibilidad para viajar cuando quieran lo cual incide
directamente en desestacionalizar la actividad. - A las nuevas generaciones abordarlas en base a las tecnologías de la información y Comunicación
en todas sus variantes, ya que son quienes se manejan más por esas vías. Las redes sociales
seguirán mandando, incidiendo e inspirando a generaciones que son muy sensibles y proclives a
la conectividad permanente con un constante avance, aparición y desaparición de redes que
competirán por esas generaciones cada vez más ubicables. - Seguirán triunfando los destinos de sol y playa y los urbanos, por más que se quieran desarrollar
otros entornos rurales y diferentes. Mientras no se resuelva la cantidad de oferta e
infraestructura necesaria será una linda intención. - Los Organismos Gestores de Destinos (OGD) apostarán a una mayor incorporación de las
tecnologías disponibles para poder gestionar mejor la actividad turística. Y eso implica más
tecnificación, más capacitación, mejores procesos para poder aprovechar esas mejoras, uso del
Big Data y una necesaria capacidad de extraer, transformar y disponibilizar esos datos en modos
de información y conocimiento utilizable. - Necesidad de nuevas legislaciones que aporten seguridad a todas las partes en juego porque si se
generan cada vez más datos y hay cada vez más disponibilidad de información sensible, es lógico
que habrá que preparar nuevos marcos de referencia que no son contemplados por los existentes
en la actualidad. - Al famoso cuento del “Turismo chino” le podemos agregar el del “Turismo Hindú”, en la medida
que puedan aumentar sus clases medias, también son más de 1.400 millones de personas que
podrían viajar en algún momento.
¿Se sorprendió?
Seguramente no, porque como vengo comentando desde el inicio de este artículo, el paradigma es el
mismo. Vamos camino a más de lo mismo pero potenciado por las posibilidades de la tecnología que
cada vez avanza más.
Sin dudas aparecerán cosas nuevas y se seguirá pregonando una necesaria e impostergable sostenibilidad,
y nuevos paradigmas para la actividad, pero por los caminos actuales no venimos muy bien.
Debemos sentarnos a intercambiar y pensar nuevas formas de encarar y desarrollar una actividad que
como siempre digo es hermosa y desafiante. No es una actividad para iluminados; es una actividad que
debe ser analizada y repensada en forma colectiva, buscando el bien común y en base a las verdaderas
posibilidades de cada caso. Esto seguramente implique renuncias, entre ellas económicas, que no sé si
estamos dispuestos a asumir. De no hacerlo seguiremos escuchando discursos políticos y socialmente
correctos pero que derivan en las falacias a las que hice referencia.
Como siempre abogo por esos espacios de intercambio y bienvenidos todos los aportes y miradas
diferentes para poder tener un mejor Turismo para todos. Un turismo que sea realmente de calidad y
no solo de cantidad.
Nota
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