Autor: Jordi Alemany
Humanizador de Negocios | Forbes Best Business Influencer | Ponente | Autor de 3 libros «Liderazgo Imperfecto» «La Carrera Infinita» y «El Efecto
El panorama empresarial actual podría calificarse como una tragicomedia de proporciones épicas. Cada vez más empresas se autoproclaman campeonas del bienestar, abanderadas de la diversidad y defensoras de una cultura que, según ellas mismas pregonan, desborda valores.
Por otro lado, la mayoría de los empleados del mundo trabajan en entornos tan tóxicos que harían que el propio Sisifo solicitase una baja por depresión.
¿Te parece que exagero? Veamos los datos. Según Gallup, solo el 21% de los empleados a nivel global está comprometido con su trabajo. Eso significa que 8 de cada 10 personas están fingiendo interés en su trabajo, calentando la silla 8 o 9 horas al día, mientras actualizan su perfil en LinkedIn en búsqueda de un nuevo empleo donde no sentirse tan poco valorados.
Y ahora viene la parte más irónica: el 94% de los ejecutivos asegura que el liderazgo y la cultura son «críticos para el éxito de cualquier organización». Porque predicar es gratis.
Nos encontramos con programas de bienestar que incluyen clases de yoga, talleres de mindfulness, consejos para alimentarte mejor, para dormir bien, descuentos en gimnasios, y un largo etc… de “beneficios extra”, pero pocas acciones concretas que ataquen las 5 verdaderas causas raíz del malestar.
Muchas empresas dicen promover el bienestar mientras siguen recompensando a aquellos que sacrifican su salud en el altar de los resultados a corto plazo, y estigmatizando a los que optan por cuidarse y desconectar.
Hablar de esto puede incomodar a muchos, pero creo es absolutamente necesario. Mi objetivo en este nuevo número de “In 7 Minutes” es destripar las causas reales de esta desconexión entre lo que las empresas predican y lo que sus empleados perciben. En las siguientes líneas no sólo vamos a subrayar lo que no funciona, también vamos a reflexionar acerca de las soluciones, ya que criticar sin aportar soluciones es un ejercicio estéril.
Así que, si lideras el área de RRHH o si ocupas una posición ejecutiva en tu empresa, te invito a invertir los próximos 7 minutos de tu tiempo en esta lectura. Acompáñame a explorar cómo hemos llegado hasta aquí y, lo más importante, cómo podemos empezar a darle la vuelta a este tremendo despropósito a través de 5 reflexiones clave.
El espejismo del bienestar corporativo: ¿cuidar o aparentar?
El bienestar corporativo es, al menos sobre el papel, una de las grandes prioridades de las empresas estos días. Sin embargo, a poco que rascas, te das cuenta de que en la práctica, la mayoría de iniciativas de bienestar parecen diseñadas más para apaciguar conciencias que para transformar realidades.
Hay empresas que, en teoría, promueven la desconexión, mientras los «líderes», que deberían dar ejemplo, te envían emails a las tantas de la noche, o te «cosen» a whatsapps un domingo por la tarde. El problema es que este tipo de comportamientos incoherentes no sólo no resuelven el problema, sino que lo agravan, generando un tremendo malestar en las personas.
Muchos piensan que se pueden curar décadas de desconfianza y agotamiento anunciando a los 4 vientos un nuevo programa de bienestar.
Cada día más empresas se suman a la “moda” del bienestar sin ser conscientes de que se trata de una navaja de doble filo. Según un informe de Deloitte, el 77% de los empleados cree que las iniciativas de bienestar son superficiales y no responden a una voluntad real de cuidar de las personas. ¡Ahí es nada! Casi 8 de cada 10 empleados no se cree el cuento del bienestar que su empresa le cuenta, y no lo creen porque, para comenzar, el programa lo ha diseñado RRHH sin preguntar a nadie.
Y es que, no nos engañemos, la mayoría de los programas de bienestar se diseñan con base en modas, en tendencias que el responsable de RRHH lee o escucha a algún colega en el último foro de bienestar al que ha asistido. Y así ocurre, que la mayoría de las empresas imitan lo que hacen los referentes en su sector, sin consultar a su gente, y esto hace que lo que lo que su gente perciba sea: «No nos importa tu bienestar, tan sólo queremos que desde fuera piensen que para nosotros es lo primero».
¡Antes de promover el bienestar, acaba con el malestar!
Como ya he dicho, cada día más empresas se interesan por implantar programas de bienestar, sin reparar en que, para que los empleados se sientan bien, hay que erradicar la raíz de aquello que les hace sentir mal.
Antes de dar consejos a tus empleados sobre cómo mejorar su salud tienes que asegurarte que el trabajo no se la quita.
El problema es que muchas de estas fuentes de malestar están profundamente incrustadas en la cultura empresarial. Los mandos intermedios, primer nivel de liderazgo, están tan acostumbrados a vivir en modo «supervivencia trimestral»; han normalizado trabajar hasta el agotamiento, mientras sus equipos sufren las consecuencias.
Estas prácticas, que todavía muchos mandos intermedios y ejecutivos perciben signos de compromiso, generan un efecto cascada: los equipos que lideran sufren las consecuencias de un sistema que premia el sacrificio sin límite y penaliza cualquier intento de equilibrar vida y trabajo.
Ejemplos sobran. El mando intermedio que, después de recibir un correo urgente de un ejecutivo a las 11 de la noche, cree que demostrar su valía implica responder de inmediato, replicando esa presión a sus subordinados. Las jornadas que empiezan temprano y terminan tarde porque «hay que cerrar el trimestre”. Reuniones interminables que no resuelven nada pero que nos roban horas y horas; objetivos que se ajustan más a un deseo que a una planificación realista. Es en este caldo de cultivo donde se fragua la desconexión entre lo que las empresas prometen en sus programas de bienestar y lo que los empleados viven.
Según un estudio de Harvard Business Review, el 87% de los empleados afirma que su lugar de trabajo afecta negativamente a su salud mental, pero apenas el 28% siente que su empresa toma medidas para solucionarlo.
Erradicar estas fuentes de malestar requiere valentía y compromiso por parte de los máximos responsables en la organización. Implica cambio de hábitos, replantear prioridades y, sobre todo, escuchar a quienes están en la primera línea; esos a los que dices querer cuidar, mientras los estás machacando cada día.
5 reflexiones para promover un cambio real
El bienestar no se logra con programas cosméticos; se construye con liderazgo auténtico, coherencia y un propósito que no huela a cartón mojado; con una cultura que promueva, sinceramente, el cuidado de las personas, no sólo de cara a la galería, sino en el día a día.
Promover un cambio real requiere ir más allá de las buenas intenciones y atacar el problema desde su raíz con acciones concretas. Para ello, debemos reflexionar en primer lugar.
A continuación, comparto una lista de reflexiones previas como base para pasar del «parecer» al «ser».
1. Redefinir el estilo de liderazgo
Los líderes no son gestores de tareas, ni guardianes de los KPIs; son responsables de inspirar, conectar y construir entornos donde las personas puedan desarrollar su talento y contribuir al crecimiento de la empresa a través del suyo propio.
La reflexión clave aquí es ¿Estamos evaluando a nuestros líderes por su capacidad para cuidar de sus equipos o sólo por cumplir con los objetivos a corto plazo?
2. Hacer del bienestar una prioridad estratégica
Deja de hablar del bienestar como un «beneficio extra» y conviértelo en un elemento clave en la estrategia de la compañía. Define objetivos estratégicos concretos que apunten a la reducción del agotamiento, la mejora en la satisfacción y o la reducción de la rotación involuntaria y el absentismo.
Reflexión clave ¿Cuántas métricas de bienestar tenemos en el cuadro de mandos del comité de dirección? ¿Qué peso específico tiene el bienestar en nuestra estrategia?
3. Escuchar antes de actuar
Las iniciativas de bienestar no pueden diseñarse desde una sala de reuniones desconectada de la realidad. Pregunta a los empleados qué necesitan y, lo más importante, actúa sobre sus respuestas, no sobre lo que está de moda. Implementa encuestas internas y focus groups periódicos para recoger ideas y retroalimentación, asegurando que cada sugerencia tenga seguimiento.
Reflexión clave ¿Estamos construyendo un programa de bienestar que refleje las necesidades de nuestros empleados o lo estamos diseñando con base en modas y nuestras propias suposiciones?
4. Erradicar los rituales tóxicos
Elimina las malas prácticas. Las reuniones interminables, los correos fuera de horario de trabajo, los objetivos inalcanzables y el micromanagement, entre otros. Muchas de esas prácticas son el verdadero origen del malestar.
Reflexión clave ¿Hemos preguntado alguna vez a los empleados qué prácticas diarias de sus jefes les generan estrés constante y agotamiento? ¿Estamos dispuestos a erradicarlas? ¿Qué pasaría si lo hiciésemos?
5. Actuar con coherencia
La desconexión entre lo que los líderes predican y lo que practican es la raíz de la desconfianza. Por ejemplo, no es coherente que promuevas el bienestar, cuando tu eres una fuente de malestar para tu equipo. Tampoco puedes convertirte en ejemplo de bienestar cuando eres adicto al trabajo. Los líderes deben convertirse en el primer ejemplo de las políticas de bienestar que deseamos implementar.
Reflexión clave ¿Estamos predicando con el ejemplo? ¿Qué ejemplos doy a diario de la importancia de cuidarse, descansar y desconectar?
Conclusiones
No te engañes, no es posible promover un verdadero bienestar si no se eliminan previamente los factores que perpetúan el agotamiento y la desmotivación. Antes de anunciar un programa de bienestar, las empresas necesitan sincerarse consigo mismas.
Promover el bienestar requiere de líderes valientes que se atrevan a cuestionar sus propias prácticas: ¿Es realmente necesario saturar la agenda de reuniones? ¿Por qué no redefinimos las métricas para incluir el bienestar de nuestros equipos? ¿Qué pasaría si evaluásemos no sólo la capacidad para lograr objetivos a corto, sino también la capacidad para cuidar de su gente de los que ocupan posiciones de responsabilidad?
El verdadero bienestar corporativo exige coherencia. Implica escuchar, rediseñar procesos que perpetúan el agotamiento, fomentar un liderazgo y cultura que entiendan el verdadero valor de cuidar de las personas.
Hasta que las empresas no entiendan esto, el bienestar seguirá siendo más una herramienta de marketing más que una solución real. Hasta que no se adopte un enfoque integral, y los comités de dirección lo contemplen como prioridad estratégica, cualquier programa de bienestar será simplemente una tirita en una herida que sigue sangrando.
¿Hora de reflexionar?
Si has llegado hasta aquí, probablemente compartas mi preocupación por el estado actual del bienestar corporativo y la desconexión entre las palabras y las acciones. Llevar a cabo un cambio real en las organizaciones no es fácil, pero tampoco es imposible. Con estrategias coherentes, liderazgo auténtico y una visión que priorice el cuidado de las personas, podemos transformar entornos laborales para que sean fuentes de motivación y bienestar, en lugar de agotamiento y frustración.
Como consultor, formador y mentor especializado en liderazgo humanista y transformación cultural, llevo años acompañando a decenas de empresas en este tipo de procesos. Trabajo con equipos directivos y responsables de RRHH comprometidos, que buscan soluciones prácticas, diseñadas para las necesidades reales de sus organizaciones. Mi enfoque se basa en la experiencia, el análisis profundo, la comunicación fluida y una ejecución que trascienda el buenismo para lograr resultados tangibles.
Si realmente quieres promover un cambio en tu organización, te invito a contactarme. Hablemos sobre cómo podemos trabajar juntos para construir una cultura empresarial que no solo parezca comprometida con el bienestar, sino que realmente lo esté. Porque, al final, cuidar a las personas no es solo una buena estrategia; es la única que funciona.
Artículo Original: El Espejismo Del Bienestar Corporativo: ¿Cuidas o Aparentas? | LinkedIn
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