No solo de datos vive el hombre.

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Autor: Mag. Nicolás Raffo Menoni

Todos los días vemos en los titulares y en la práctica que generamos, compartimos, utilizamos y desechamos datos y más datos.   Hay autores como Yuval Noah Harari que en forma simplificada nos dice que estamos en la época del dataismo y que las personas terminaremos adorando datos y no dioses, ni personas.

Esta realidad no solo no parará, sino que se seguirá expandiendo a guarismos cada vez más exponenciales en la medida de lo que nos vayan permitiendo los avances tecnológicos, también cada día más rápidos y a escalas exponenciales.

En esa lógica de generación de más y más datos es necesario pensar que no todos serán de utilidad para todos y por eso se hace necesario el poder acceder y utilizar aquellos que sirvan para resolver las necesidades de quienes los utilicen.

En el denominado proceso “ETL”, acrónimo de las palabras en inglés Transform, Extract and Load que en el español se traducen como Extraer, Transformar y Cargar los datos para que se puedan utilizar por las personas adecuadas y en los momentos y lugares adecuados.

Se darán cuenta entonces que poder definir previamente los datos necesarios, los objetivos para que servirán y las formas y lugares donde poder obtenerlos se torna un proceso previo crucial para que el denominado proceso ETL funcione bien.

Hablamos de datos con y para propósitos claros.

El dato en si es una representación simbólica que puede ser cuantitativo y-o cualitativo y que representa un valor.

La lógica de ese valor en su uso, radica en poder transformarlos en información, para que luego se genere conocimiento y a partir de su uso y aplicación llegar a lo que se denomina como sabiduría, que sería la etapa superior en el proceso de maduración de los datos.

Los usos que generalmente le damos a esos datos pueden pasar por cuatro grandes posibilidades a saber:

  1. Un uso descriptivo que intentará darnos un pantallazo de un acontecimiento dado y puntual sobre el que podamos acceder y en base a datos disponibles.
  2. Un uso diagnóstico en el que se intentará dar una explicación de por qué sucedió tal o cual situación en un momento dado.
  3. Un uso predictivo en el que se intentará dar una respuesta sobre lo que sucederá ante tal o cual situación que se quiera analizar.
  4. Y un uso prescriptivo en el cual su utilidad radicaría en tratar de darnos un posible marco de acción ante una situación determinada frente a la cual se pueda contar con datos para analizar.

En la matriz siguiente mencionamos las preguntas a las cuales intentará responder cada uno de estos tipos de análisis posibles.

La cuestión pasa por ver y responder qué hacer frente a los cambios, con las opciones de:

  1. No hacer nada.
  2. Hacer lo mismo de siempre.
  3. Hacer lo que pida el mercado y el contexto.
  4. O ir un pasito más y tratar de generar y marcar reglas de juego.

Pongamos un ejemplo concreto e ilustrador en el uso de datos.

Trabajaremos con los datos de las temporadas turísticas que se presentan por parte del Ministerio de Turismo y que obedecen a las siguientes lógicas:

  • Datos de las temporadas pasadas, son meramente descriptivos de lo que pasó.
  • Cuando se analiza si la temporada fue buena o mala según determinadas variables de referencia estaríamos ante una situación diagnóstica.
  • Si por ejemplo se hace una valoración de la situación de Argentina que es nuestro principal socio turístico y se analiza cuántos argentinos podrían llegar a nuestro país en las condiciones esperables para los próximos 6 meses estamos ante un análisis de tipo predictivo.
  • Y si ante ese mismo análisis se menciona que se deben hacer tales o cuales acciones para que vengan estaremos aplicando un análisis prescriptivo.

Demás está decir que con cada uno de esos temas podríamos hacer uno o varios análisis y todos podrían ser viables y de utilidad.

Para realizarlos utilizaremos o apelaremos a diferentes herramientas para poder facilitar la tarea y creo firmemente que el desafío en los contextos actuales y de tanta volatilidad e incertidumbre está en poder pasar de los análisis meramente descriptivos a los prescriptivos.

Las fotos pasadas de la realidad son necesarias para contextualizar el estado de esa situación, pero quedarnos solo en la descripción es una actitud que solo te lleva a la reacción y no a la proacción.

Las herramientas aplicables deben pasar por un filtro previo porque podemos cometer el error de perder el foco y pensar que todo lo nuevo o actual es lo correcto y todo lo anterior ya pasó, y esto claramente no es así.

Actualmente se hace mucha alusión a las metodologías denominadas como ágiles como Scrum, Kanban, Lean y otras que pueden resultar muy útiles para los contextos de incertidumbre actuales pero que no se adaptan a todas las organizaciones y sus procesos y proyectos. En esos casos recurrir a otras metodologías y herramientas tradicionales será una opción viable, pero si se adaptan a su utilización más prescriptivas y predictivas y no solo a su uso descriptivo.

Las organizaciones, en su esencia de acción pueden catalogarse como reactivas o proactivas frente al entorno que las rodea. Las reactivas son las que como su nombre indican reaccionan frente a las condiciones del contexto para subsistir y las proactivas son aquellas que intentan marcar las reglas de juego o incluso generar esas reglas para los contextos en los cuales les toca estar.

Ser reactivo no es necesariamente malo, porque todas las organizaciones tienen en algún momento que poder tener capacidad de reacción para permanecer en el ruedo; lo malo es cuando la reacción es la única propuesta que esas organizaciones tienen, porque significa que viven siempre al borde del colapso y el abismo, sin márgenes propios de acción. Otros son los que decidirán las reglas de juego por y para ellas.

Cuando se hace alusión que solo los que se adapten y no los más fuertes prevalecerán, se hace alusión a una necesaria reacción que se debe hacer para subsistir y es un concepto válido y necesario de aplicar por todos.

Dentro de esas posibilidades de reacción y de proacción también podemos encontrar diferentes tipos de organizaciones.

Dentro de las organizaciones reactivas están las que directamente nunca se enteran de que fue lo que pasó y están aquellas que ante una situación determinada reaccionan.

Dentro de las organizaciones proactivas podemos encontrar aquellas que están siempre atentas a lo que vendrá y anticipan los movimientos y están las que directamente crean o cambian las reglas de juego por sus accionares innovadores y disruptivos.

Estar en uno u otro tipo de organización no es solo una decisión, pasa también por conocer muy estrechamente las oportunidades y las posibilidades reales que se tienen para poder incidir y hacer.

Estos conceptos los conocemos, pero la realidad es que no siempre se aplican y el Turismo no es la excepción. En lo personal veo que muchas organizaciones se dedican solo a reaccionar y esta situación debería de poder cambiar.

Una correcta planificación, que exige mucho pienso previo es crucial para poder definir dónde se está y hacia donde se quiere ir, para que luego por medio de una batería de propuestas y acciones que pueden ser reactivas y proactivas intentar marcar una hoja de ruta clara.

Hoy vemos cambios que pasan por:

  • Inteligencia artificial y Machine Learning.
  • Realidad aumentada.
  • IoT o Internet de las Cosas
  • Movilidad
  • Monitorización
  • Big Data y Business Intelligence.
  • Ciberseguridad.
  • Eficiencia energética y sostenibilidad.
  • Accesibilidad e inclusión.
  • Redes sociales y dispositivos móviles e inteligentes.
  • Pagos virtuales.
  • Plataformas inteligentes y de servicios.
  • Apps y Súper Apps.
  • Flexibilidad y escalabilidad de los softwares.
  • Hiperconectividad y redes de alta conectividad.
  • Smart Cities y Destinos Turísticos Inteligentes (DTIs).
  • Y mucho más.

Para poder adaptarse y adoptar esos cambios se hace necesario capacitarse, tener infraestructuras necesarias, disponibilidad de recursos y sobre todo visión de hacia dónde se quiere ir. Ante esta realidad debería de quedar claro que el solo reaccionar no alcanzará para subirse al tren.

El Turismo seguirá siendo (al menos en el corto y mediano plazo) una actividad de personas por y para personas. El querer estar dentro de la actividad nos lleva necesariamente a que cada organización y cada actor puedan pensar qué rol y qué lugar quieren ocupar en la mesa de juego.

El poder dotarse de una estructura acorde a lo que se quiera hacer será crucial para poder competir con éxito en los contextos que se vienen.

Soy optimista en que las personas seguiremos teniendo un rol fundamental en darle sentido a la falta de emoción de las máquinas y en poder aportar las habilidades blandas y asociadas a la emoción que la tecnología todavía no puede resolver.

Para eso tenemos que asociarnos y cooperar entre todos.

¿Qué Turismo queremos para Uruguay? ¿Qué Turismo podemos tener?

Seremos quienes tiren dados y avancen según la suerte nos indique o queremos ser quienes fabriquemos los dados que los demás tendrán que tirar.

No queda otra que prepararse para estar a tono de las nuevas necesidades y requerimientos, amigarse y estar abiertos a incorporar todos estos nuevos avances tecnológicos ya no debería ser una opción.

La mesa está lista para jugar. Hagan sus apuestas…

Nota

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