Autor: Mag. Nicolás Raffo Menoni
Nicoraffo74@gmail.com
Parece mentira tener que volver hacia atrás y ya han pasado casi 3 años desde que pudimos salir de la pandemia.
La foto descriptiva del ayer la tenemos todos. Mucho dolor y un parate general que nos mostró que ni toda la tecnología del mundo pudo prever una catástrofe parecida.
Durante la misma ni los mejores analistas pudieron magnificar previamente los resultados catastróficos a los que todos nos enfrentaríamos. Hasta los peores pronósticos resultaron benévolos ante lo que realmente sucedió.
Sin dudas un parate de esa significatividad generaría debates, pienso y reflexión hacia adelante.
Tuvimos la oportunidad hasta de plantearnos un nuevo modelo y soñar con un futuro que todos avizorábamos como mejor, pero que en la práctica resultó en más de lo mismo.
Hasta este punto podremos coincidir o no, pero a las pruebas me remito:
Hasta este punto podremos coincidir o no, pero a las pruebas me remito:
- Se habló de un nuevo paradigma.
- Se habló de un turismo más sostenible.
- Se habló de una oportunidad para generar una actividad más humanística o donde las personas podríamos ser más tenidas en cuenta y beneficiadas por el desarrollo de la actividad.
- Se habló de una vuelta a la naturaleza.
- Se habló…
La realidad nos muestra ciertas situaciones y un discurso actual que hacen replantearse varios de esos postulados.
La recuperación de la actividad turística nos muestra que volvimos a más de lo mismo, a seguir apostando a números y cifras que ya se saben no se pueden perpetuar, ni sostener en el tiempo.
Cada vez que converso con colegas o leo información de colegas del exterior vemos que a pesar de las grandes diferencias estructurales, económicas, sociales y mucho más, las realidades y sobre todo los problemas que enfrentamos dentro del sector turístico son bastante similares.
No es mentira lo de la globalidad actual.
En lo que respecta a un nuevo paradigma, el mismo todavía brilla por su ausencia. Si tenemos intenciones y acciones que nos hablan de un turismo regenerativo, más holístico e integral, que por ahora no ha podido establecerse, ni consolidarse. Este punto podría asociarse con modas o posturas que buscan destacarse sobre el más de lo mismo. En realidad, si creo que es válido que en la medida que los sistemas actuales no ofrecen solución a los grandes problemas de siempre, se generen nuevos movimientos que busquen genuinamente sacudir ese statu quo que a todas luces sigue siendo perjudicial.
Nos es de extrañar las reacciones de la gente contra el turismo, en lugares donde la saturación y la masividad de la actividad hacen realmente insostenible la vida de la gente local.
¿No es realmente una situación asociable al morir del éxito?
Muchas llegadas de turistas, mucha generación de dividendos (no mencionamos aquí la redistribución, ni el derrame equitativo, ni justo de los mismos), encarecimiento de precios, malestar local y como consecuencia de todo eso procesos de gentrificación y de turismofobia que se hacen sentir.
Realmente me llama la atención el sentimiento de sorpresa de esas autoridades locales que no se la vieron venir. ¿Masificar y encarecer un lugar debería ser la situación a soportar para que no los tome de sorpresa?.
Tenemos el ejemplo reciente de Santorini donde las autoridades les piden a los residentes que no salgan de sus hogares para no molestar a los turistas. Solo faltó pedirles que se vayan y no molesten. Sensibilidad total de las autoridades frente al problema, ¿No? Increíble.
En lo de un Turismo más sostenible, creo firmemente que estamos a años luz y ni que hablar si entramos a desenmarañar cada una de las dimensiones en las que supuestamente deberíamos actuar para realmente tener una actividad sostenible. ¿Alguien tiene dudas de que estamos a años luz de abordar correctamente la dimensión social de la sostenibilidad?
¿Y si pasamos a la dimensión ambiental? Alguien tiene dudas de que venimos realmente mal.
Basta recorrer un poco el mundo para saber que tenemos olas de calor, sequías, incendios, deshielo y a continuación olas de frío, inundaciones y mucho más. En este aspecto es claro lo que mencionaba de la globalidad. Tanto los países denominados como desarrollados y lo denominados en desarrollo tenemos los mismos problemas. Lo que cambia es la disponibilidad de recursos e infraestructura para hacer frente a esas situaciones, pero no las consecuencias de una mala gestión.
Y en la dimensión económica se sigue priorizando lo económico sobre lo demás y las previsiones hacia adelante nos dicen que seguirá siendo así.
Si vamos a los números, queda claro que todos somos conscientes de que hay que hacer algo al respecto, pero a la hora de actuar seguimos esperando que sean otros los que lo hagan algo o que sea la tecnología quien nos salvará.
En lo de generar una actividad más humana, la pregunta sería para quién.
Luego de la pandemia asistimos a una precarización de la actividad turística que se refleja en salarios más bajos, más actividades por el mismo salario, poca reivindicación de derechos y de sindicalización de los trabajadores y el establecimiento de abusos por parte de muchos empleadores hacia sus trabajadores dentro del sector.
Ni que hablar de que se han generado y recuperado nuevos puestos de trabajo, pero estos han sido ocupados en muchos casos por trabajadores provenientes de otros sectores y ajenos a la actividad, lo que lleva a una alta rotación laboral, pérdida de la profesionalización del sector y como corolario pérdida de la calidad. Esta es otra forma de perder competitividad.
Si no estás de acuerdo con eso, tranquilo que siempre alguien más lo hará. Y así perpetuamos esta desigualdad contratando en muchos casos a migrantes que llegan con necesidades básicas insatisfechas, con desconocimientos de sus derechos como trabajadores y que están dispuestos por necesidad a soportar que les exploten y les traten mal.
Un migrante, ante todo es una persona.
Esa persona que tuvo que dejar su lugar de origen en busca de un sueño o de oportunidades en otro lugar y que sentía que su tierra natal no le ofrecía o por situaciones forzosas que atentan contra su integridad y las de sus familias.
En ese viaje, por necesidad debe aceptar trabajar, muchas veces en condiciones precarias, ajenas a la formación de origen que pueda tener o no y esa situación les expone a varias situaciones dolorosas.
Por un lado, quedar expuestos a gente que los explote y les vea como una oportunidad de acceder a mano de obra barata y en condiciones muchas veces inaceptables para cualquier trabajador local.
Esa misma situación también los expone al desprecio y a manifestaciones xenófobas de muchos trabajadores locales que les ven como una amenaza.
Esta realidad, lamentablemente se da también a nivel global, no es exclusiva de ningún lugar en particular. Pasa en América y pasa en Europa también. Lo que cambia es la nacionalidad del migrante.
Ajenos a esto, en el sector se pretenden trabajadores con capacitación, experiencia, manejo de las nuevas tecnologías, idiomas y sobre todo competencias blandas y habilidades emocionales para desempeñar la tarea.
Es desconcertante ver que la gente no quiere trabajar en el turismo, si solo les estamos pidiendo más pero por menos, es algo de no creer, ¿no?
Y para el cierre de esta reflexión, se mencionó una vuelta a la naturaleza y a un desarrollo del turismo rural que nunca llegó.
¿Por qué?
La sociedad actual sigue un proceso de urbanización acelerada que no solo no frenará. Hacia adelante se espera una agudización de este proceso y eso llevará a que se siga profundizando el fenómeno del Turismo urbano. Y esta situación tiene su lógica.
Si no de desarrolla la infraestructura rural, si se desarraiga su población y si la gente no conoce otra realidad más que la urbana, será real que priorizarán un turismo de ese tipo.
Que no todo el mundo lo hará de esa manera. Sí, pero la mayoría hace y hará turismo urbano.
Nadie va a un lugar que no puede recibirlo, a un lugar que no conoce y que no le ofrezca vivir una experiencia rural pero con las mismas comodidades que goza en la ciudad.
En lo personal busco experiencias de naturaleza y me gusta conocer lugares nuevos, pero las cifras en general nos dicen que los mismos lugares de siempre, al menos por ahora, son los que tienen más poder de convocatoria.
¿Todo es negativo?
Claro que no, creo firmemente que se pueden y deben hacer cambios y que tenemos una oportunidad genuina para generar una nueva situación. Pero eso no sucederá por arte de magia.
También sé que hay que mover y generar cambios en estructuras fuertemente arraigadas y establecidas que por intereses particulares intentarán minimizar esta posibilidad.
Pero también creo que son más los beneficios que se pueden obtener y en beneficio de muchas y muchos y no solo para pocos.
Para que esto suceda no será necesario incendiar la pradera y destruir todo lo anterior.
Para que esto suceda hay que reflexionar, intercambiar opiniones, detectar necesidades a resolver, generar sinergias de trabajo y acción, capacitarse y sobre todo invertir para poder generar un plan de trabajo viable y posible.
Realmente debemos generar una discusión con todos los integrantes de la cadena de valor de la actividad, que no quede nadie afuera de esta discusión.
Concibo un rol del estado como garante y fiscalizador de esta realidad, generando las bases de acción en base a un plan consensuado y que se pueda sostener en el tiempo.
¿Será en base a una modalidad smart o inteligente en la gestión del turismo?
¿Será en base a una modalidad regenerativa del turismo?
¿O será en base a otra modalidad nueva o una híbrida que pueda surgir de la combinación de las anteriores ya mencionadas?
La respuesta es NO LO SÉ, pero sentarse a esperarla es la peor opción y debemos intentar ser parte de ese camino y no quedar por fuera.
Las lógicas actuales de consumo zona todas luces insostenibles. Pero las que se presentaron antes como alternativas también lo han sido y no ofrecieron una mejor solución.
Ante toda esta realidad SÍ puedo afirmar que si no se realizan cambios y seguimos por el camino actual, antes o después y por la fuerza de las evidencias y consecuencias, esos cambios deberán hacerse igual, so pena de perpetuarnos en una realidad que no es beneficiosa más que para unos pocos.
Aclaro que me siento lejos de las teorías conspirativas o boicoteadoras, pero si me afianzo a las corrientes críticas y propositivas del Turismo para que a partir de la denuncia y la reflexión podamos realmente pensar y tener un Turismo mejor.
Lo que no se critica y no se evalúa, no se puede mejorar. Y esas críticas deben ser acompañadas de propuestas que puedan cambiar esa situación.
Solo así podremos lograr un turismo que sea realmente sostenible y una oportunidad genuina de desarrollo para las personas y para los destinos que lo puedan implementar.
Como siempre, bienvenidas las críticas y los aportes para mejorar.
Mag. Nicolás Raffo Menoni
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