La cuarta edición de Expo Café Uruguay 2025 se celebró el 6 y 7 de septiembre en el Centro de Eventos del LATU y transformó la experiencia de tomar café en un auténtico ritual cultural. El encuentro reunió a amantes de la bebida, productores, baristas, tostadores y marcas locales e internacionales que aportaron sus visiones y aromas para reafirmar que el café de especialidad había alcanzado en Uruguay un nuevo nivel de madurez.
Autor; Jacobo Malowany – síganme en todas las redes sociales como @jacobomalowan
El nuevo significado de un ritual
En esta edición, el café dejó de ser simplemente una bebida cotidiana para convertirse en una ceremonia de encuentro. Cada charla, masterclass o degustación recordó que detrás de una taza había una historia de origen, un productor que cuidó la cosecha, una cadena justa de comercio y un consumidor dispuesto a valorar la diferencia.
El auge del café de especialidad ya no se midió solo en cifras o stands, sino en la forma en que el público adoptó el acto de beber café como un gesto cultural: observar, oler, probar y conversar en torno a una taza.
Una feria que duplicó expectativas
En 2024, Expo Café había convocado a más de 10.500 visitantes, con 32 expositores y 24 tipos de café. Este año, los organizadores lograron duplicar la propuesta con más de 60 stands y una agenda cargada de actividades: torneos de Latte Art y Aeropress, una plaza gastronómica, embajadas de países productores y un espacio para descubrir cafés de diferentes orígenes.
Cada sector de la feria ofreció un aprendizaje. Desde la educación sensorial de las catas hasta la conversación con expertos internacionales, la feria se convirtió en una plataforma para que Uruguay siguiera construyendo una cultura cafetera propia.

Oportunidades para el productor y el consumidor
La madurez del café de especialidad también se reflejó en el debate sobre el comercio justo. Se insistió en la necesidad de un pago digno al productor, reconociendo la cosecha manual, el secado artesanal y los años de dedicación detrás de cada grano.
Para el consumidor, la oportunidad fue vivir una experiencia más rica que la del café convencional: entender los perfiles de sabor, aprender métodos de extracción y sentirse parte de una comunidad global.
Los cafés más exclusivos del mundo
Uno de los momentos más esperados fue la degustación de Panamá Geisha, organizada con apoyo de la embajada panameña. Este varietal, considerado uno de los más finos del mundo, ofreció notas florales y frutales difíciles de olvidar. No fue casualidad: en 2025, el Geisha lavado de Hacienda La Esmeralda en Boquete rompió récords en la subasta Best of Panama, al venderse a 30.204 dólares por kilogramo, con lotes que alcanzaron más de 600.000 dólares por 20 kilos. La subasta superó los 2,8 millones de dólares, confirmando a Panamá como líder mundial en cafés de alta gama.
También se habló del Kopi Luwak de Indonesia, un café tan exclusivo como polémico, procesado a través de la digestión de la civeta. Su sabor dulce y cítrico y su baja producción lo ubican entre los más caros del planeta, con precios de entre 500 y 900 euros por kilo, aunque la discusión sobre el bienestar animal sigue acompañando a este producto.
Café y turismo: una experiencia que trasciende la taza
La delegación panameña no solo compartió su café Geisha, sino que relató cómo en su país se habían desarrollado rutas turísticas alrededor del café, donde los visitantes recorrían fincas, conocían cada etapa del cultivo, participaban en talleres de catación y comprendían el valor de las manos campesinas detrás del producto.
Ese relato abrió la reflexión sobre el enorme potencial del café como motor de turismo en Uruguay hacia los destinos productores. La feria dejó planteada la oportunidad de integrar experiencias similares en el territorio nacional, combinando visitas a fincas, catas guiadas y gastronomía local para enriquecer la oferta turística y diversificar la economía.

Una cultura en expansión
Expo Café Uruguay 2025 no solo acercó al público a los cafés más costosos y raros del planeta, también abrió puertas a talleres, catas y espacios de intercambio. Allí se comprendió que la oportunidad no estaba únicamente en importar granos o técnicas, sino en cultivar un ritual compartido: el del respeto por el origen, la curiosidad por aprender y la pasión por transformar cada taza en un momento memorable.
El café, más que una bebida, terminó siendo un símbolo de encuentro, conocimiento y turismo cultural. Y Uruguay, a través de esta feria, mostró que estaba listo para consolidar su lugar en la cultura del café de especialidad en la región.
Autor:
Para contactar a Jacobo Malowany o conocer más sobre su trabajo, puede escribirle a jmalowany@altagerencia.es. Su dedicación al turismo, la enseñanza y el coaching lo convierten en un profesional calificado en el panorama actual.
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